TODO PUEDE SER MÁS FÁCIL

A veces darnos cuenta de algo que no nos gusta nos lleva también a una conclusión favorable. Sí, un comentario poco afortunado aunque con toda la buena intención ha hecho saltar mi lucecita de alarma, y hoy que no tenía el mejor animo del mundo precisamente`me ha tocado un poco sentir que mi ombligo aún me importa. Y como siempre recuerdo el lado positivo de las malas sensaciones... y es en momentos en los que veo que algo que no debería dolerme me afecta demasiado cuando tengo que abrir las orejas y decirme en voz alta que: mi vida empezó a ser vida cuando dejé de mirarme el ombligo las 24 horas y esto dejó de ser el centro de mi mundo.



Sí, lo admito, hay veces que yo sola me meto en una espiral, en una mezcla de miedo, tristeza y enfado que no sé de dónde salen de repente, sin motivo, sin razón me enfado por algo. ¿Lo peor de esto? que llega un momento en que me siento con toda la razón del mundo, que por no sentir el miedo me es más fácil sentir enfado... mecanismos para no sentir las cosas desagradables supongo.

El miedo tampoco es racional, no puedo pedirle al miedo que sea racional; es lo de siempre, quiero tanto algo que me atemoriza que un día no esté, llega a mí el pensamiento de qué pasaría si un día desapareciera de mi lado y me acojono solo con la idea. Automático, cualquier movimiento ajeno a mí me mosquea, lo que decía: es menos malo sentir enfado que miedo en ese instante, y después de enfadarme ya entro en el remolino. No dura demasiado, cada vez menos, cada vez soy capaz de ver antes que es ese mi formato de actuación, de sustituir sentimientos peores en mi escala de sentimientos difíciles por otros más fáciles, más viscerales.

Aprendo poquito a poco cómo cambiar esas cosas que me hacen un poco más difícil lo fácil del día a día. ¿Por qué si vivir puede ser tan sencillo en ocasiones... me empeño en ponerme la zancadilla temiendo y elucubrando, pensando y repensando?