mmm.... no sé muy bien cómo comenzar... ¿Cuántas veces hemos detenido nuestra vida propia apartándola para más tarde? Muchas muchas veces dejamos el Yo a un lado para seguir caminando sin mirarle de frente.
Unas veces por dejadez, por falta de motivación, el socorrido: mañana hago algo, incluso la culpa a vivir nuestra vida son trabas que nos ponemos a nosotros mismos, a nuestra felicidad. Mirar por los demás no es incompatible con mirarnos a nosotros y recorrer nuestro camino. Y aunque suene a egoísmo de vez en cuando deberíamos recordar que lo importante somos nosotros.
No se trata de: o ellos o yo, no es incompatible acordarse de los demás sin olvidarse de uno mismo. No es apología del egocentrismo lo que escribo hoy, es el valor de valorarnos y de saber poner límites, de saber buscar nuestros espacios y encontrarnos. No hay manera de ser feliz sin dedicarnos gran parte de nuestros esfuerzos y cuidados.
Yo personalmente he pecado más de centrarme en mí más de lo conveniente, bastante alejada del no recordar mi existencia individual. Muchas veces he confundido las espirales obsesivas con preocupación por los demás cuando solamente eran maneras de escabullirme de otra obsesión más machacona.
Y hoy tengo un día sin color, no sabría ponerle uno. Pese a saber que lo que me preocupa no tiene la importancia que una vez quiso tener no deja de estar presente en mis mañanas. Supongo que hay días en los que cada uno tiene que esforzarse para espantar a los fantasmas que aunque ya no sean parte de nuestra vida posiblemente hagan apariciones fugaces por momentos.
Hay días de todos los colores, hay días que van pasando por todas las tonalidades desde que nacen hasta que terminan,... hay de todo, no vale la pena olvidar que sea del tono que sea el cielo aquí en el suelo tenemos mucho y de muy variados colores.