Salvar los recuerdos solo si merecen la pena.

Cuando muere un ordenador que hace unos meses nos parecía un pepino lo apalancamos en el cementerio de antiguallas junto al DVD portátil que resultó ser un fiasco, el vídeo VHS que ya no funciona porque de pequeño metías dentro todo lo que pillabas, la cámara de vídeo que molaba que te cagas porque pesaba menos de 4 kilos y tenía pantalla abatible...entre mis aparatos descatalogados la reina es la Master Sistem II, Alex Kid debe ser ya un señor con barba. Todo descansa en paz en un lugar de super novedades que pasaron a ser sustituídas siempre por algo más pequeño, con más memoria y más prestaciones. En el caso de que las prestaciones sean inampliables los sustitutos serán simplemente de colorines, que también vale para el cambio.

Pero el ordenador fallecido se lleva consigo gran parte de nuestra vida en imágenes, documentos y música (esta ultima recuperable, pero con un largo trabajo de re-búsqueda) de los que nunca hiciste una copia de seguridad porque... ya la harías mañana! pero mañana llegó, y el ordenador no volvió a ver la luz. A lo largo de mi vida he perdido 3 ordenadores, con ellos miles de fotos de las cuales he recuperado una parte gracias a las redes sociales y el encanto de haber subido en un momento de mi vida muchas fotos diarias. Me alegro de que mi infancia ocurriera en la era analógica y mis fotos de niñez sean papel pegado en álbum, con ellos no pasa eso de cerrarlos un día sin saber que nunca jamás podrás volver a abrirlos.

Y sí, yo también soy una de esas personas ancladas a los álbumes y a una caja de cartón con los restos de fotos que no pertenecen a ninguno de ellos, las inclasificables, las desenfocadas, las que tienen dedos o las repes (de cuando se puso de moda hacer dos copias al precio de una). Poder hacer cientos de fotos de una tirada sin pensar que tienes que elegir con minucia cuales sacarás porque sino no tienes más tiradas... es un gran paso para la humanidad, y gracias a ello tengo miles de fotos del marco incomparable, de las luces del puerto, de mi perra, de mi novio y de mí misma. Pero todo avance tiene su riesgo, un día pueden no estar, Miro las tarjetas de memoria y pienso: ¿Dónde están mis 500 fotos de hoy? ¿Ahí dentro? bufff soy de las de "si no lo veo no lo creo" y me cuesta mucho no temer por la salud de mis fotitos, por su durabilidad. Es algo que está pero no está. De este año tengo más de 4000 fotos, y un álbum que dentro de poco pesará más que yo...por si acaso, de recuerdo, porque soy una mica sentimental y me gusta pasar las páginas de mi álbum 2010 de vez en cuando... y del del 95 también...con el del 85 recuerdo que nos hacemos mayores ^^



De todo esto, de mis pérdidas de fotos en mis ordenadores anteriores debería haber sacado una conclusión: tengo que hacer copias de seguridad. Y teniendo en cuenta que los CDs los pierdo...(tienen que haber fotos y sesiones mías en cualquier rincón del planeta grabadas en CD) más vale que imite la sabia decisión de quien ha osado hoy a ordenar sus kilos de fotos y me compre un Disco Duro, no quiero correr el riesgo de perder otra vez parte de lo recuperado y todo lo nuevo,... Y tendré que hacerlo antes de que el traspaso sea un largo trabajo de copia pega toneladas.

Tengo que decir que al menos tengo las fotos ordenadas en miles de carpetas y subcarpetas... cuando me da el punto busco otro criterio de almacenamiento, y desbarajusto todo, cuando llevo la mitad del proceso me arrepiento, pero no hay marcha atrás, me pasa exactamente lo mismo que con el armario, qué cosas!



Hoy me gustaría ver el cementerio de las cosas perdidas... encender mi primer pentium I y esperar horas a que arranque... urgar en él y darme cuenta de que hoy con él sería una marginada social, sin contacto con el exterior, porque su procesador me impediria conectarme al facebook. Entre sus carpetas hallaría imágenes... de las que muchas me alegro de haber perdido, con eso lo digo todo, quizá mis ordenadores murieron así para recordarme que podía empezar sin el lastre que pensaba cargar eternamente... muertas las imágenes de mi enseñándo cuánto se me marcaban los huesos solo quedaba creerme que ya no hay saco al hombro, y casi me lo creo.