lunes, 17 de mayo de 2010

¿QUÉ PARTE ME TOCA A MÍ?


¿Dónde está la línea que separa lo que debería hacer para evitar un mal rato a una persona que quiero y evitar algo que no está en mi mano?


Hay una situación que no tengo ninguna intención en solucionar, no por no dar mi brazo a torcer sino porque hay muchos más factores que mi voluntad para que esta relación cambie. Mi voluntad es uno de ellos y es inexistente, no quiero, ya no.


Podría haber llamado para avisar de que me llevaba a mi perro, podía, pero no lo hice. ¿Debía? La otra vez pensé que sí, pero la respuesta que recibí poco tuvo que ver con mi actitud en la llamada... ni un hola, ni un adiós ni un tono medianamente cordial. Ahí es dónde me resulta difícil saber qué es lo que tenía que haber hecho,.Quizá debería haber llamado, obviado y olvidado el cómo de la vez anterior, seguir manteniéndolo callado, pues cuando el mal rollo salpica a alguien que te importa es más difícil de obviar, a mí en su momento solo me afectó en cuanto a la rabia de tener que dar explicaciones la vez siguiente, no me dolió, no me pilló por sorpresa.


No es mi culpa la actitud de otra persona hacia mí, y mucho menos que alguien mantenga una manera de hablarme y luego la niegue, es posible que ni siquiera sea una manera de tratarme a mí, puede ser inconsciente, o ¿simplemente su manera?


No lo sé, no sé si me corresponde poner las cosas más fáciles a alguien cercano que nunca las verá como las veo yo, después de todo ¿Quién puede negarse a creer las lágrimas de una madre? Yo no voy a dejar caer ni una más por esto, lo tengo tan claro... ¿Las lágrimas se utilizan como método para ablandar corazones? ¿O es que hay ya tanta distorsión de las cosas que realmente cada uno vive dos historias tan tremendamente diferentes?


Sé que no he hecho nada malo, no voy a volver a cargarme con el sentimiento de culpa que tanto me ha pesado mucho tiempo, ya no. Si he aprendido a responsabilizarme de mis actos y de mis elecciones, también he aprendido a no culparme de lo que no tengo culpa, aunque cueste mantenerse inmune ante una persona querida que sufre, sé diferenciar muy bien entre que no me guste que mi padre sufra y sentirme responsable por la situación.


Eso sí, la rabia me aumenta, y quizá no hay motivo alguno, puede que solo tenga que seguir obviando....

3 comentarios:

  1. No es que no debas, es que no tienes porque sentirte culpable de nada, ellos se lo han perdido y se lo pierden¡ conocerte es quererte. Si es cierto que las vivencias se pueden interpretar de diferentes maneras, pero el afecto es algo que se nota y se siente aunque pase tiempo. No puedes evitar que alguien sufra, pero ni en eso hay un poco de generosidad de su parte, siempre víctimas, cuatro lágrimas, las misma de siempre pero con más años.

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  2. La eterna duda.
    Yo viví mucho tiempo empecinada en no olvidar jamás el daño recibido a pesar de que quién lo infringió no es consciente de haber causado tanto dolor en mí.
    Me dí cuenta de que no era bueno para mí seguir amontonando rencores y esperando a que la vida me resarciera de alguna manera.
    Me di cuenta de que era yo misma quien tenía en mi mano resolver el conflicto sin esperar y para ello me fijé en esa persona capaz de renunciar a cualquier cosa por hacer felices a los que le rodeamos.
    Quise entonces dejar de ser egoista y aparcar en mi rincón del olvido consciente todos aquellos malos recuerdos que me presionaban y me cargaban de mal humor y dificultaban que pudiera mirarle a la cara.
    He discutido esto una y mil veces, ¿es posible olvidar?¿es posible perdonar?
    Me respondo que sí, no perdono, no olvido...pero soy capaz de que no se note nada de nada.
    Puedo y debo y lo hago por mí y por esa otra persona que sufre por todos nosotros.
    ¿Merece la pena?
    Te pareceré sumisa, pero sí, merece la pena que lo hagas por tu padre, a pesar de los pesares, a pesar de que no lo merezcan.
    Sé elegante ahora que eres adulta.
    Sé correcta y demuéstrales que el amor no se compra y que el qeu sientes por tu padre y el que él siente por tí no se deja influir por malos entendidos, rencillas pasadas, terceras personas...ni aunque tengas la seguridad de que exista mala fe o mala intención.
    Sé elegante y demuéstrales que ´quieres a tu padre por encima de sus recelos y que por él aparcas miradas, tonos de voz y puyitas.
    Eres adulta, y tienes dos dedos de frente.
    Escucha al principito y deja que los absurdos hagan absurdeces, no seas uno de ellos.

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  3. Yo ayer te escribí desde la rabia que me produce que los mismos de siempre y con las mismas artimañas enturbien la normalidad con medias verdades. Es el corazón el que escribía desde el resentimiento que les tengo más por daños a terceros que a mi misma, pero la tita tiene razón, no se trata de olvidar, ni siquiera de querer se trata de convivir y facilitar la convivencia de los que quieres, y por eso hoy desde la razón cuando tu lo creas conveniente, sin presiones, yo te ayudo. Besos

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