adios a la musa de la mala ostia

Otro día más en que al llegar a casa por la noche me apetece escribir, pero no tengo nada claro sobre qué soltar el rollo. Me he dado cuenta de que mi capacidad narrativa disminuye según crece mi felicidad y mi bienestar, solo sé escribir si estoy enfadada con la vida, si algo me irrita, si quiero quejarme. Y no es cierto que todas las cosas que antes me parecían mal ahora me parezcan bien, ni que hayan desaparecido; han pasado a un segundo o a un octavo plano.

Aceptar esta limitación me estresa, me molesta mucho sentarme a escribir y no ser capaz de hilar dos frases. Antes llenaba libretas, muchas veces escribía en círculos pensamientos obsesivos, y haber dejado eso atrás me hace sentirme sana. Pero luego aprendí a usar la escritura como un alivio, y muchas veces al releerme comprendía cosas que antes de escribir no llegaba a ver del todo, o pensamientos y mecanismos propios los contemplaba con la distancia del papel y los veía más claros. No voy a obcecarme buscando a mi musa, no me ha abandonado, simplemente hay algo que me queda cada día más claro, y es que mi mayor recurso a la hora de escribir es desahogarme y utilizar ahí mi sarcasmo,.... es mi manera de soltar lo que me quema dándole un aire desenfadado que le raspa un poco la dureza.

Y hoy en día.... estoy de lo más blando que se puede estar, no encuentro cosas que me irriten fácilmente, y si lo hacen, desaparecen al acto, estoy a otras cosas. Es por eso, que actualizar el blog en la línea que llevaba me es difícil, no se me ocurre sobre qué puedo despotricar porque vivo en un momento en que lo bueno suaviza lo irritante antes de que llegue al momento de escribirlo. Me siento bien, las cosas ajenas a mí aparecen de la misma manera que hace unos meses, algunos días incluso más fuertes, pero no me comen igual, no tienen más fuerza que el resto de mí.

¿Quién quiere inspiración cuando lo que le ha sustituido es felicidad?