lunes, 3 de enero de 2011

CAMINO IRRITANTE



Mi primera publicación del año ¿Debería ser sobre algo más relevante que cualquier hecho que me dé pie a divagar un poco? Tal vez habría que buscar un buen tema para dar comienzo al año con un poquito de densidad. Sólo tal vez, y sólo si siguiera verdaderamente un guión. Sólo y guión ya no llevan tilde, me niego a quitársela ¿A qué vienen esas variaciones absurdas?





Voy en el topo y me hierve la sangre a borbotones, contextualizo; frente a mí un hombre de pelo blanco, barba del mismo tono y cara sonrosada (no, no es Papá Noel que este ya está de vacaciones en Laponia), aparentemente es un señor leyendo una revista, nada que me afecte si no fuera porque cada tres segundos emite un repugnante sonido por la boca. Sé que no lee mi subconsciente pero igualmente le mando desde allí mis improperios y mi rabia, esta ultima se me escapa también en forma de miradas asesinas que tampoco alcanza a ver a no ser que el señor ruiditos tenga también visión con rayos X.





Temo que se me olvide que esto no es una agobiante pesadilla sino un pesado viaje en topo en la vida real y mi voz decida gritarle un : ¡Basta ya!



Se libran asientos a mi alrededor, y por ridículo que parezca no me atrevo a cambiarme de lugar por si este tipo totalmente desconocido para mí piensa que me voy de mi asiento por no viajar junto a él pero, ¿Qué más da que lo piense? ¿Por qué iba a creerlo si no se da cuenta de los ruidos que suelta?





Antes de que se me escape el latigazo, 1,2,3,... ya estoy en otra silla. Una vez libre de la obsesión en encontrarles musicalidad a los sorbidos y resorbidos de babas del falso Papá Noel ya puedo entretenerme en contar los minutos que me quedan para llegar al final del trayecto. 54 minutos dan para demasiado cuando son los que dura un viaje en transporte urbano y más cuando se te han olvidado los sudokus en otro bolso.





Hago malabarismos para no seguir escuchando lo que me está dando el viaje, pero no puedo,... soy tan hábil para evadirme de algo que me está molestando como con una pelota de fútbol. Nada, ahí sigue de fondo de mis pensamientos, ¡Qué rabia!



Tras episodios como este me pregunto si es normal ponerse hasta este punto de nervios o si tiene que ver que yo sea una exagerada y me obceco en seguir escuchando lo que me provoca la ira en lugar de obviarlo por desagradable. Me pregunto cómo el chico que ocupa ahora el asiento en el que yo iba hace cosa de cinco minutos va leyendo un libro tranquilamente. Por el tembleque de sus piernas deduzco que no lo lee con semejante serenidad,...





Sonidos desagradables y obsesiones aparte a penas me quedan 6 minutos para llegar a Hendaya, tan solo pensar en que mi jornada laboral ha terminado me relaja, debería haber utilizado este pensamiento contra los soniditos que me han dado de qué hablar en el trayecto que por cierto el señor del que he hablado toda esta página completa conmigo, somos los dos únicos viajeros del vagón que hemos hecho la línea completa.





Una vez en casa, me siento, enciendo la tele y disfruto de mi tarde de ama de casa, las tareas pueden ser extendidas en las horas que tengo de soledad de dulce hogar. Aprovecharé esta tarde para reposar el cuerpo y tratar de que el virus que tengo instalado en él hace dos semanas, que pese a darme treguas reaparece cuando menos me lo espera; me abandone para siempre. Hace frío, lo miraré desde mi ventana y si oso sacar un pie de mi salón gorrito y guantes; ande yo caliente ríase la gente.


1 comentario:

  1. necesitas coger el ipod urgentemente... está detrás de la tele. eso sí, con música de la que te pone nerviosa jeje

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