jueves, 3 de marzo de 2011

La gresca da vidilla



Cuando alguien hace una cantada con el coche mientras voy en moto me pongo como si la vida me fuese en ello (creo que es que a veces esto es literal). A veces que otro conductor haga algo mal siendo yo la moto, teniendo en cuenta que los motoristas somo siempre señalados con el dedo como individuos temerarios a dos ruedas. No digo que no sea cierto, que no haya quien se mete por donde se le ocurre sin tener en cuenta nada más que el tiempo que en teoría ahorrará, o quien corre demasiado, etc etc... pero eso no es sólo aplicable a las motos.




Hoy iba helada de frío, aún así haciendo de ciudadana ejemplar respetando carriles y señales (con todas las ganas de atajar lo que fuera y llegar ya a un lugar donde dejaran de dolerme las manos de frío). Una furgoneta llena de dibujitos ha decidido que quería ir por mi carril y ha hecho el cambio sin mirar por si acaso yo (o cualquier ser vivo con ruedas) circulara por ese carril al que la furgo tuneada se había encaprichado de adelantar YA. Y sí, el irascible monstruo que guardo dentro de mí y despierta cuando cojo la moto ha deseado con todas las ganas que el siguiente semáforo estuviera rojo; así ha sido. Hasta llegar he pensado y repensado qué decirle al conductor de la furgoneta, toda la rabia a puntito de salir de mí (reconozco que la rabia acumulada por pequeñas cosas aprovecha para desalojar en momentitos como este)... Me ha salido fatal el intento de desfogarme pues el "furgonetero" ha respondido a mi cara de asesina en serie con un: disculpa, no te había visto. Y ante esa frase en lugar de responderle que si en lugar de hablar por el móvil utilizara el retrovisor para poder VER he asentido disculpando y mi rabia desaforada ha vuelto a retraerse...




La respuesta habitual hubiera sido algo así como: ¿Y por dónde ibas tú? Si es que las motos os metéis por donde nadie os ve, aunque igual que en ese caso yo generalmente no me camuflo con el asfalto. Pues por eso mismo me ha jodido tanto no poder desahogarme, me hubiera gustado más una mala respuesta, lo reconozco. Ahora el monstruo duerme hasta que me vuelva a poner el casco, a la espera de una nueva oportunidad para salir y descansar.






Cada vez soy más consciente de que la gresca me divierte. Ayer sin ir más lejos fui a Anoeta a ver el partido de la Real Sociedad contra el Levante. Esperaba con ganas los momentos en que Del Horno tocara el balón y tras 10 minutos de partido descubrí que la diversión estaba en el 20 del Levante, Juanlu. ya no me importaba dónde estuviera la pelota sino dónde se había metido él. Y esa celebración de gol, de Del Horno con balonazo de Bravo incluido...:) Si ni me roza ni me incumbe: ¡Que viva la gresca!






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